"« ¿Por qué no nos habla de sus orígenes? Debe de ser apasionante. » Los gafes nunca dejan de plantear la pregunta. Su aparente amabilidad esconde esa pesadez pegajosa que tanto exaspera al extranjero. Porque precisamente el extranjero –como un filósofo en plena acción- no concede al "origen" el peso que le atribuye el sentido común. El extranjero ha huido de este origen –familia, sangre, tierra- y, aunque no deje de atraerle en sentidos diferentes, de enriquecerlo, de importunarlo, de exaltarlo o de producirle dolor, y a menudo todo ello a la vez, lo ha traicionado de forma valerosa y melancólica. Es cierto que ese origen se le aparece para lo mejor y para lo peor, pero el extranjero ha puesto sus esperanzas, ha situado sus combates y desarrolla su vida en otra parte.
...Es extranjero: es de ninguna parte, de todas partes, es ciudadano del mundo, cosmopolita.
No le pregunte por sus orígenes. Si la pregunta le urge, vaya a preguntárselo a su propia madre... "
Extranjeros para nosotros mismos. Julia Kristeva
Plaza & Janes editores, S.A.
Primera edición: Septiembre, 1991
martes, enero 23, 2007
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